Mi historia por la paz

Vivo en un país que muchos conocen como tercermundista, Guatemala. A pesar de su adjetivo impuesto, es un país bello en donde estamos rodeados de montañas, de volcanes, de bosques y de selvas. Tenemos el frío y el calor a nuestro alcance a un par de horas. Gente increíble con una cultura multicolor por sus trajes pero que tristemente está desapareciendo, la cultura maya. Una cultura estructurada bajo su propia cosmovisión, la de la unidad, el UNO. 

A pesar de que nuestras raíces estén fundamentadas en la idea de la "integración" nos hemos convertido en extraños, en seres separados de la naturaleza pero también de nosotros mismos. No nos reconocemos en el otro, no nos vemos en el otro, no tenemos compasión por el otro, porque es ajeno. Esta separación se dio desde hace mucho tiempo empezando por la época de la colonia pero se fortaleció en la época del conflicto armado en donde intereses de un país ajeno y el egoísmo de una sola empresa logró dividir a Guatemala. Durante este conflicto, día a día se escuchaba a personas morir pero más triste aún era cuando alguien amado moría. Eran personas que luchaban por la ideología de otros, en muchos casos creían tener un propósito por el cual luchar pero no se daban cuenta que eran los intereses de pocos puesto que la fantasía de un resultado en beneficio para todos, no era más que eso: una fantasía. 

La Paz se firmó en 1996, el conflicto armado había "terminado". Pero no era así, sus consecuencias fueron tan nefastas como los miles de personas que murieron, algunos hablan de 37,000 otros de 200,000 la diferencia es grande entre un número y otro pero es exactamente la misma y, más aún, si fue su padre, su madre, sus hermanos, sus hijos... su sangre. Las consecuencias las vivimos hasta el día de hoy: una diferencia económico social abismal, donde el más pobre vive al día a día con restos de comida que se encuentran en lugares donde para muchos sería inhumano comer; violencia que nos llena la mente de paranoia; desempleo; economía informal; analfabetismo pero por sobretodo desnutrición. Más allá de todas estas consecuencias, tenemos una sociedad fragmentada en donde unos niegan a los otros y como consecuencia se niegan a sí mismos. 

Mi mensaje: no creamos que cuando se firma la paz, mueren las fronteras sociales como en una película de Hollywood, tristemente no es así. Quedará un trabajo arduo y permanente por hacer, mucho dinero para invertir, cuyo monto deberá ser mayor al dinero malgastado en la guerra; mucho trabajo psicológico por hacer y sobretodo trabajo de integración desde la raíz. Por eso escribo hoy esta carta porque he vivido las consecuencias de la fragmentación social afortunadamente sin estar metida en ella pero viendo día con día las caras tristes de quienes no han tenido la misma suerte. 

Tristemente las guerras son de beneficio para muy pocos, para aquellos que están a la cabeza mientras permanecen en sus burbujas y poco les importa las caras tristes de aquellos que, cegados por una fantasía que les han vendido, vienen a pagar las consecuencias. Es momento para que seamos ciudadanos de un sólo país, el mundo; es el momento para que estemos en una lucha común que atenta contra la humanidad, el cambio climático; es momento de permanecer unidos para ver al frente hacia una misma bandera, la bandera de la paz.

Si puedes hacer algo para llevar la paz al mundo mañana, haz el cambio hoy.  

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