Pandemia Colectiva

Durante los primeros días del mes de enero del año 2020 no recuerdo la fecha exacta, mientras iba de un lugar a otro, de mi oficina a otra oficina pasaba viendo la televisión que se encontraba empotrada en la pared de la recepción con las noticias de CNN. Recuerdo que un par de días después de estar viendo las noticias -dicho sea de paso que en la oficina era el único lugar donde miraba un poco de noticias puesto que desde hacía años atrás había decidido pasar a un estado de ignorancia racional ya que verlas únicamente me producía ansiedad- comencé a ver un título que se repetía todos los días, "Coronavirus en Wuhan". Tengo que admitir que cuando vi que estas palabras continuaban repitiéndose por más de diez días y los casos continuaban incrementándo sin una pronta solución, lo empecé a ver desde otros ojos. En ese momento estaba muy alejada de conocer lo que venía. Es en momentos como este cuando nos damos cuenta del verdadero precio de un mundo globalizado. No me malinterpreten, veo sus grandes ventajas, pero tiene sus costos.

El 13 de enero se declara el primer caso en Tailandia. El 16 de enero reportan el primer caso en Japón. El 21 de enero dan a conocer el primer caso en Estados Unidos. Durante uno de mis paseos de una oficina a la otra leo el cintillo que aparecía en CNN: "Wuhan cierra la estación de tren para evitar propagación de Coronavirus, Covid-19" era el 22 de enero del 2020 y el 23 de enero quedaron canceladas las celebraciones del Año Nuevo Chino. Esto se estaba extendiendo, ya no era una noticia que podía pasar desapercibida y, aunque lo hubiera querido, era imposible elegir la ignorancia racional en ese momento. 

El 26 de enero se prohíben los vuelos a China y el 30 de enero se declara por la OMS como emergencia de salud pública. Todo estaba sucediendo demasiado rápido, el 4 de febrero se detectan los primeros casos de Covid-19 en cruceros haciendo que los mismos permanecieran atracados en un sólo lugar sin que los pasajeros pudieran bajar de la máquina flotadora. Gente estaba empezando a morir, cada día el aumento diario en la cantidad de casos era exponencial... nada tenía sentido. El 14 de febrero se reporta el primer caso en África y el 25 de febrero inicia una crisis en Italia debido a que no se logra contener el brote de Coronavirus en Lombardía. 

Reconozco que, a pesar de todo lo que estaba sucediendo, miraba la enfermedad muy lejana, lo miraba bastante surreal. Era imposible que el tema del que tanto se hablaba en las películas de Hollywood pudiera estar sucediendo, "esto se va a controlar" - pensaba - "como siempre, esto se va a controlar". Empecé a ver el alcance de la enfermedad cuando una persona me hace el primer comentario: "la marca -una marca reconocida de motocicletas chinas- se está quedando sin stock de repuestos en Guatemala". Esto estaba alcanzando otros niveles, ya la economía se estaba viendo afectada. A pesar del comentario, vi el tema "grave" pero continuaba pensando que eran otros los países afectados... jamás llegaría a Guatemala que a pesar de tener todas las desventajas de un país tercermundista, tenía sus grandes ventajas, muchas veces se encontraba fuera de los problemas mundiales. 

Varios países empezaron a declarar sus primeros casos, el 26 de febrero Brasil confirma el primer caso, seguido por México el 28 de febrero, 29 de febrero Ecuador, 3 de marzo Argentina y Chile, 6 de marzo Colombia y el 11 de marzo se declara como "Pandemia". Después de esto era solamente cuestión de tiempo para que llegara a Guatemala. 

Recuerdo el sábado 7 de marzo haber salido con mi mamá a desayunar a un restaurante, "dentro de poco esto no se podrá hacer" - me comentó - "falta un poco de tiempo pero nadie se sentirá seguro de salir a restaurantes si el virus entra a Guatemala" - respondí - "Dios no lo quiera" - replicó mi mamá. El 12 de marzo se confirma el primer caso de Coronavirus en Guatemala. Venía en un avión proveniente de Estados Unidos, el joven declaró en el aeropuerto tener sospechas de ser portador del virus. El sábado 14 de marzo por la tarde, mientras mirábamos televisión con Andrés, recibe una llamada de su jefe inmediato de la ONG donde trabaja y le dice: "te llamo porque te reuniste con Eugenia el día viernes 13 por más de dos horas y hoy le confirmaron que ella venía en el avión en donde vino el primer caso confirmado de Coronavirus". ¿Esto realmente estaba sucediendo? ¿Podíamos nosotros ahora estar contagiados de Coronavirus? En ese momento solamente nos miramos y reímos nerviosos, habíamos estado con 20 personas en un cumpleaños una noche antes, teníamos que hacer cuarentena por nosotros mismos por los próximos 15 días a 21 días. Después de esto todo vino in crescendo. Las noticias de uno de los virólogos reconocidos de Estados Unidos, Dr. Faucci, presentaba estimados de ciento cincuenta millones de contagiados y tres millones de muertos solamente en ese país si no se tomaban las medidas adecuadas como el tan mencionado distanciamiento social y la cuarentena total, medidas que al 6 de abril no se habían tomado. 

Muchos países como Italia, Inglaterra y España estaban pagando ya las consecuencias de no haber declarado la cuarentena total en su momento. Miles de muertos se declaraban días a día con miles más contagiados. El sistema de salud de estos países había colapsado y las personas entraron en un pánico colectivo. Después de tanto negarlo, tuvieron que tragarse sus propias palabras... la cuarentena total en estos países fue declarada hasta próximo aviso. Sin embargo el daño ya estaba hecho, solamente quedaba sentarse y esperar mientras los contagiados iban incrementando y otros se iban recuperando. 

Mientras tanto, Estados Unidos y su representante continúa sin aceptar la realidad, "el mercado estará abierto para el domingo de Ramos, quiero que la gente vaya a sus iglesias y hagan... lo que siempre hacen.. sus ceremonias y qué más que se congreguen y estén todos reunidos..." - declara su presidente cegado por la avaricia, la ignorancia y el ego.  Los números de contagiados y muertos continúan incrementándose día con día en forma exponencial, pero definitivamente no era una emergencia mundial... era una simple gripe. Para el 6 de abril ya hay más de trescientos treinta y cuatro mil contagiados y más de nueve mil muertos en este país... y los números van en aumento exponencial sin estar siquiera cerca de alcanzar el pico. 

¿Cuál es el problema de simplemente parar? ¿Simplemente detenerse y declarar una cuarentena total si se estan perdiendo vidas y quedan vidas por perderse? Esta es una guerra verdadera, entre la vida y la economía. La pandemia del Coronavirus es simplemente una representación de una pandemia real que ha llevado al detrimento a nuestra sociedad, la avaricia y el consumismo. Por un lado están personas como Trump y mi jefe quien declaró y escribo textualmente "no me importa que cientos de millones de personas se mueran incluyéndome a mí pero yo definitivamente no seré pobre". He de decir, no creo que estas personas sean la excepción a este pensamiento puesto que considero un 50% de la población mundial está en la misma batalla: parar por la humanidad o seguir y sacrificarse por la economía. 

Si en otro momento lo hubiera pensado, jamás hubiera creído que existiera siquiera espacio para la pregunta anterior. ¿Quién no iba a elegir la vida por sobre la economía? ¿Quién sería capaz de tan siquiera cuestionarlo? ¿A quién se le pasaría esta pregunta por la mente tan siquiera un minuto? Resulta que la pregunta correcta no era a quién, sino a cuántos... respuesta: muchos. 

Muchos cuestionan la decisión de países como Estados Unidos pero la respuesta tiene su historia. A inicios del siglo pasado Edward Bernaise, lee un libro publicado por su tío el reconocido psicoanalista Sigmund Freud, en donde el mismo establece que "el ser humano no sabe lo que quiere, por lo que necesita que le digan qué es lo que quiere", este estudio tiene tintura a un comentario esclavista de la época feudal, pero es el principio del cual se fundamentan en la actualidad la publicidad y el mercadeo y al mismo tiempo una buena parte de las relaciones públicas. Bernaise se convierte en uno de los principales exponentes de las relaciones públicas y pone en práctica la frase tan estudiada de su tío. De esta forma, se transforma también en el consejero de varios presidentes estadounidenses (es también de los mayores responsables de la guerra civil en Guatemala) y de grandes marcas del país y crea una cultura... la cultura que en la actualidad se encuentra tan arraigada a lo que llamaría hoy el Imperio Gringo y una buena parte del mundo, el consumismo. 

El consumismo va más allá del consumo o la compra de bienes necesarios, el consumismo implica una compra de bienes o servicios que no son necesarios. Ser consumista implica tener más de diez pares de zapatos y no utilizar ni la mitad; implica comprarse veintisiete carros y no usar más de uno por cada miembro de la familia, cuatro en total; implica tener una gran cantidad de vestidos y no poder utilizar el mismo más de una vez. Implica muchas cosas, pero sobretodo implica una sobre-producción que va en detrimento del medio ambiente y un exceso de consumo el cual se traduce a un exceso en el gasto y lo que viene como consecuencia el endeudamiento por sobre el ahorro y la previsión.

Pero más allá de un alto nivel de endeudamiento ¿cuáles podrían ser las implicaciones del mismo, por qué a una sociedad como la nuestra le interesaría que las personas permanezcan endeudadas? Por una simple razón, la gente se mantiene bajo un mismo estigma, el miedo: miedo a perder el trabajo, miedo a perder la casa, miedo a perder los bienes adquiridos, miedo a no tener carro, miedo a no poder pagar los servicios básicos, miedo a no poder viajar, miedo a perder los lujos con los que vive, miedo a... miedo b... miedo c...  y los miedos van incrementando y se propagan como una pandemia... una Pandemia Colectiva. Pero algo más peligroso aún, es que esta pandemia colectiva no se queda en el empleado, sino también en el empleador. Recuerdo cuando mi esposo trabajó en una multinacional reconocida en Guatemala, donde debido a una reducción de un 3% en utilidad tuvo repercusiones inmediatas en la generación de recortes de personal que en muchos de los casos dieron más de las 8 horas de trabajo establecidas sin cobrar horas extras y en reducción de insumos necesarios para cumplir con el trabajo como lapiceros -recortes ilógicos para la vista de cualquier persona un poco racional-. 

Ojo, en este punto creo necesario aclarar que no estoy en contra de tener un nivel de endeudamiento, como por ejemplo si es para adquirir una casa, pero ¿por qué necesitamos endeudarnos para tener una casa de diez habitaciones cuando únicamente somos cuatro en la familia? Talvez la deuda más asombrosa que he escuchado fue la compra de unos aretes de $150.00 adquirida en cuotas que da una de las tarjetas de crédito, pero estoy segura que esta no es la deuda más ilógica que existe. Este es sólo un pequeño ejemplo de cómo afecta la cultura actual. Una cultura que no implica ningún tipo de cuestionamiento, no implica razonamiento, no implica libertad puesto que estamos a merced del juicio de otras personas por "no tener" y estamos sacrificando tiempo de vida por un trabajo que nos lleva al desgaste, no implica felicidad puesto que cada vez queremos más porque nos hacen creer que "necesitamos" más. En base al comentario anterior es importante que diferenciemos entre "querer" y "necesitar" el problema es que la cultura actual nos lleva a no encontrar diferencia entre uno y otro. 

Ahora bien, considerando el punto que había mencionado párrafos atrás en donde la batalla era "parar por la humanidad o seguir y sacrificarse por la economía" se me viene a la mente una contradicción fuerte que no deja de sorprenderme. Según la Organización de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III) con fecha de 10 de diciembre de 1948 se declararon treinta derechos humanos universales en donde el tercero es el siguiente: 
- Todo individuo tiene derecho a la vida, la libertad y a su seguridad personal.
La contradicción radica en decisiones como la del gobernante de Estados Unidos junto con otros gobernadores de diferentes estados, empresarios de diferentes países, sin quedarse fuera empresarios de extrema derecha de países como el nuestro, etcétera en donde la presión es continuar y sacrificarse por la economía. Esto implica que nuestro sistema económico actual, infectado por la cultura consumista, va en contra del Tercer Derecho Humano Universal que es el derecho a la vida, el derecho a la seguridad personal; nos está haciendo elegir entre la vida y la economía. Y en este punto considero importante hacer una parada y realmente pensar si el sistema económico nos debería de poner entre la espada y la pared, sobretodo si la pared implica arriesgar la vida. Porque, si bien sabemos, este virus no mata a cualquier tipo de persona, sí cobra la vida de personas adultas como nuestros padres y nuestros abuelos o personas con otro tipo de enfermedades preexistentes, quienes también tienen derecho a la vida -dicho sea de paso, ya cobró la vida de un niño de 5 años-.

Ahora bien, la cultura bien plantada por Bernaise va en contra también del Cuarto Derecho Humano Universal que es: 
- Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre...
Entiendo, muchos en este punto pueden creer que estoy divagando cuando toco este artículo, pero es necesario analizar si la cultura consumista junto con el sistema educativo actual en donde no se nos enseña a razonar sino a memorizar -hay algunos colegios que sí enseñan a razonar pero son muy pocos- no es una forma de esclavitud psicológica en donde no analizamos sino simplemente absorbemos. 


Dejando a un lado la cultura consumista que Edward Bernaise instaló con tanto éxito no sólo en la sociedad estadounidense sino también en una buena parte del mundo. Me dispongo también a comentar sobre un sistema económico que se encuentra sobre-valorado y que en tiempo de pandemia ha demostrado ser tan deplorable como el comunismo y es el capitalismo en su máxima expresión. Y es en realidad importante darnos cuenta que los extremos nunca son buenos, más bien nos llevan a pensamientos extremistas que atentan contra la libertad de pensamiento y expresión como por ejemplo: el feminismo-el machismo, el católico rematado-el ateo extremo, el capitalismo extremo-el comunismo. Creo importante en este punto, comentar que estudié en la universidad de extrema derecha de Guatemala y por un momento abracé muchas de las ideas que se buscaban implantar en la época de estudiante, época de mucha confusión y poco cuestionamiento y donde lo que nos dicen los "conocedores y expertos" suena a utopía. Recuerdo que muchos temas, a pesar de ser una escuela que se proclamaba como "liberal", eran prácticamente censurados o tergiversados para beneficio del capitalismo extremo. Es por esta razón por la cual me creo en la posición para hablar respecto a una de las principales enseñanzas de esta corriente económica y era que el libre mercado debía estar regido por la oferta y la demanda, que buscando nuestro propio beneficio estaríamos beneficiando a otros individuos y el tan conocido "laissez faire" oponiéndose a la injerencia gubernamental para fomentar una asignación eficiente de los recursos. Respecto a este tema, no puedo evitar comentar que en la situación actual nos damos cuenta cómo no estamos en capacidad de dejar al mercado actuar a diestra y siniestra, puesto que si bien es cierto, permite la libertad de moverme entre un escalón y otro si cumplo con ciertos estatutos, el mercado no funciona correctamente en un estado de crisis. El ejemplo más claro en este momento es que estados de los Estados Unidos están teniendo fuertes problemas de abastecimiento en ventiladores, que son aparatos hospitalarios indispensables para llevar aire a los pulmones durante el tratamiento de enfermedades graves pulmonares como la neumonía que también es provocada por el Covid-19 y es la razón por la cual tiene un 2% de mortalidad. 

El mayor problema es que cada estado de este país social y económicamente en detrimento, está ofertando, como en una subasta de arte, por ventiladores indispensables para el tratamiento del Coronavirus por lo que muchos estados que no pueden darse el lujo de elevar sus ofertas se están quedando sin este aparato que puede hacer una gran diferencia de vida o muerte. No estoy hablando que la empresa que produce ventiladores esté perdiendo puesto que sí tiene utilidades simple y sencillamente que van a vender al estado que mayor utilidad represente. Este, queridos amigos, es el capitalismo en su máxima expresión, un sistema que idealiza el beneficio individual por encima del beneficio colectivo y decide quiénes tienen derecho a la vida y quiénes no la tienen. Es en este momento de emergencia mundial donde es necesaria la intervención del gobierno para establecer precios tope -aquí ya me cayó la extrema derecha encima- y de esta forma cumplir con el tercer derecho decretado por la Organización de las Naciones Unidas: "el derecho a la vida, la libertad y la seguridad". 

Es solamente después de este análisis que invito al lector a evaluar cómo queremos vivir, si decidimos mantener la ignorancia racional -la cual tenemos todo el derecho de elegir sin juicio- o si decidimos por nosotros mismos hacer un cambio. No podemos cambiar el mundo, pero podemos cambiar nuestra forma de "absorber" la información que nos bombardea contínuamente y empezar a cuestionar todo lo que hay a nuestro alrededor, bien sean las políticas de nuestros gobiernos como los sistemas económicos impuestos en cada sociedad. Que la pandemia sea un punto de inflexión para analizar en qué mundo queremos vivir porque es muy probable que esta pandemia no sea la única que vivamos, la diferencia es cómo respondemos a esta puesto que está en nuestro buen actuar la decisión de si la misma se transformará en una pandemia o se quedará en una "simple gripe". Analicemos si queremos permanecer en el miedo irracional o si queremos salir de este y prepararnos a nivel individual para que una futura pandemia no nos agarre desprevenidos. Recordemos que somos nosotros, como seres humanos habitantes del planeta tierra, los únicos responsables del efecto que este tipo de acontecimientos pueda tener no solamente en nosotros sino en el mundo en el que vivimos y que por tanto tiempo nos ha nutrido y protegido. 

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